sábado, 29 de noviembre de 2008

UNA DE TANTAS


Miercoles. 11.30 de la noche

Querido diario, estaba a punto de acostarme cuando me ha entrado un furor cosmético terrible y no he podido resistir la tentación de meterme en el baño a probarme las pestañas postizas que me he comprado hoy. La operación parecía más sencilla cuando lo hacía la chica de la tienda, a mí me ha costado 15 minutos tan sólo el despegarlas de su cajita y 26 colocarme notablemente torcida la del ojo derecho.

El ojo izquierdo ha sido más sencillo, lo he logrado en un tiempo record de 18 minutos y aunque estaba casi rozando las cejas al menos la he puesto centrada.

No es que me quedaran mal, de hecho al mirarme en el espejo me recordaba al mundo del cine, los grandes directores, las grandes estrellas, las grandes películas...concretamente al protagonista de "La Naranja Mecánica".

Mientras seguía mirándome al espejo ojiplática como dice mi tía, la izquierda se me ha despegado, así que me la he tenido que recolocar con la ayuda de un poco de pegamento de pestañas y un bastoncillo de los oidos. Es posible que se me haya ido la mano con el pegamento porque no he consigo despegar el bastoncillo del párpado...

Empezando a desesperarme he procedido a quitármelas porque, entre otras cosas, ya tenía sueño y me sentía vencida. No sé como explicarte la experiencia, querido diario, posiblemente me he excedido con el pegamento porque no conseguia despegar esos puñeteros pelos postizos de mis ojos por mucho que tirase. Cuando ya estaba haciéndome a la idea de ir mañana a trabajar con eso puesto (bastoncillo incluido) e incluso tenia pensada la explicación que le daría a todo el mundo, se me ha ocurrido frotarme con aceite de almendras.

Mano de santo, los tres elementos, (dos pestañas y un bastoncillo), se han despegado perfectamente. Me he lavado la cara y me he ido a dormir a las 3.46 de la mañana con los ojos como Poli Díaz después de un combate.


Jueves. 7.15 de la mañana

Querido diario, esta mañana cuando no podía abrir los ojos pensé que tenía mucho sueño, muy pronto descubrí que lo que tenía era mucho pegamento. Parece que el aceite no me quitó del todo el adhesivo y me ha costado 37 minutos poder despegar los párpados.

He llegado tarde a trabajar. Me pican los ojos. Me pican mucho.

LA LEYENDA DE HELIOTROPO


La mitología griega nos cuenta que una ninfa se enamoró de Helios, el Dios del sol, que cruzaba el cielo en su carro tirado por cuatro caballos blancos. Ella pasaba los días son comer ni dormir esperando que saliese Helios para observarle durante todo el recorrido. Sólo bebía de sus propias lágrimas y nunca se movía del mismo sitio. Demeter, la Diosa tierra, viendo su infelicidad, se apiadó de ella, la convirtió en una flor a la que llamó Heliotropo, símbolo del amor incansable, inagotable, y que no se rinde a pesar de que su amado nunca la miró como ella quiso.

Esa ninfa se llamaba Clitia.

Hace un tiempo me encontré con una estatua de ella por casualidad, aunque las casualidades no existen y tenía que haber un motivo para ello: recordé la leyenda, y entendí lo que es y lo que no es el amor. Y gracias a ello no me convertí en heliotropo.

OTRO CUENTO URBANO: LA TÉCNICA DEL HELICÓPTERO

Llega un momento que entre las amigas nos abrimos a hablar de cuestiones sexuales, no la causa exacta de por qué, pero pasa. Es cuando descubres que no tienes ni idea de nada y que en años has permanecido en la más absoluta de las ignorancias.
Y escuché hablar de “hacer el helicóptero”. Por mucho que me lo explicaban no lo visualizaba hasta que ya lo vi en una película erótica, por supuesto oriental, porque estos asuntos vienen de allí, igual que el sexo tántrico y esas cosas de las que todo el mundo habla como si fueran superentendidos pero que creo que pocos practican. ( Ya se sabe, mucho bla bla bla y poca acción).

Os doy los pasos por si queréis intentarlo, aunque antes me haría y le haría un seguro médico:
1. Colocar una cortina o sábana colgada del techo en medio del cuarto.
2. Tumbar al chico en una superficie plana, totalmente extendido, de modo que sus praxis queden a la altura de la sábana colgada.
3. Cuando el chico (o víctima, según se mire) esté en disposición de iniciar el acto, retorcemos la sábana todo lo que podamos y nos colgamos de ella.
4. Procedemos con el acto copulatorio.
5. Nos colgamos de la sábana y dejamos que se desretuerza ella sola.

Yo ya tengo mi plan, llegar a casa de mi amante de la siguiente guisa: zapatos de tacon alto negro, medias de seda con liguero y ropa interior hipersexy, y encima solamente una gabardina.
“Cariño, hoy te voy a hacer el helicóptero.” Y a continuación saco una tela de mi bolso, a ser posible roja para que impacte más. Me quito la gabardina, espero cara de ilusión, expectación y una supersonrisa…
Con una seguridad aplastante dando a entender que se perfectamente lo que estoy haciendo, ubico la localización perfecta para enrollar la tela, coloco debajo con ternura a mi alucinado compañero y empieza la actuación. Ahí debe venir lo difícil, no parecer una ballena borracha fuera del agua mientras una empieza a dar vueltas, no salir volando ( habría que cerrar las ventanas cercanas por si acaso), y no hacerse una maraña con las piernas.

Claro que si no advertimos de que no levante la cabeza igual acabamos en el hospital , una con las medias rotas, semidesnuda, con un solo zapato ya que el otro está incrustado en el ojo de mi supongo que a partir de ese momento ex amante para siempre. Y a ver qué explicación das cuando te pregunten en urgencias qué es lo que ha pasado.

Mi intención tendría que ser demostrarle mi amor jugándome la vida, no la suya.

Si hay alguien que lo haya hecho y viva para contarlo que se manifieste. No vale lo de engancharse a un ventilador de techo.