sábado, 29 de noviembre de 2008

LA LEYENDA DE HELIOTROPO


La mitología griega nos cuenta que una ninfa se enamoró de Helios, el Dios del sol, que cruzaba el cielo en su carro tirado por cuatro caballos blancos. Ella pasaba los días son comer ni dormir esperando que saliese Helios para observarle durante todo el recorrido. Sólo bebía de sus propias lágrimas y nunca se movía del mismo sitio. Demeter, la Diosa tierra, viendo su infelicidad, se apiadó de ella, la convirtió en una flor a la que llamó Heliotropo, símbolo del amor incansable, inagotable, y que no se rinde a pesar de que su amado nunca la miró como ella quiso.

Esa ninfa se llamaba Clitia.

Hace un tiempo me encontré con una estatua de ella por casualidad, aunque las casualidades no existen y tenía que haber un motivo para ello: recordé la leyenda, y entendí lo que es y lo que no es el amor. Y gracias a ello no me convertí en heliotropo.

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